viernes, 9 de noviembre de 2018

Foto del maestro en Briviesca




BIOGRAFIA


Antoni Benaiges Nogués y nació en Mont-roig del Camp (Tarragona) el 26 de junio de 1903. Le asesinaron en Briviesca (Burgos) el 19 de julio de 1936.

Era hijo de Teresa y de Jaime, familia campesina que poseía también un estanco en la calle mayor de la localidad. La muerte del padre en 1915 hizo que Antoni tuviera que ayudar a su hermano mayor en las tierras, lo cual retrasó la marcha de sus estudios, si bien no la de sus lecturas, pues se aplicaba a ellas y gustaba de comentarlas y discutirlas con sus amigos más próximos.

Fue en 1925 cuando se examinó de primer curso de Magisterio, lo que hizo en Ávila, aprovechando que allí ejercía Dolors Nogué Sardà, tía materna; los dos siguientes los llevará a cabo en Barcelona, de cuya Asociación de alumnos normalistas fue elegido tesorero en febrero de 1928 y en donde se recibió su título de maestro (junto al de Ramón Costa Jou, otro conocido freinetista). Otros dos hermanos de su madre también eran maestros, como así lo fue el tío de esta, Agustí Sardà i Llaberia (1836-1913), político republicano y pedagogo de cierta influencia, cercano a la Institución Libre de Enseñanza; por su lado, una prima de Antonio, algo más joven, Maria Nogués Vidiella, sería igualmente practicante del método Freinet, al unísono con su marido, Juan Benimeli.

En septiembre de 1931 quedó inscrito, en los cursillos de selección para ingresar en el Magisterio nacional, y lo hizo por el Rectorado de Madrid, en un proceso que se dilató hasta 1934. Las prácticas las realizó en la provincia de Barcelona. En abril de 1932 fue nombrado interino de Vilanova i La Geltrú; en junio solventó el primer ejercicio ante tribunales universitarios; después del tercero figuró en la lista definitiva de aprobados en octubre de 1933. Ello le facultó para pedir una vacante en poblaciones de menos de 501 habitantes como maestro de segundo escalafón. Subsanado el equívoco de asignarle la escuela de Lamela (Orense), el 10 de junio se le adjudicó la que había solicitado en primer lugar: Bañuelos de Bureba en Burgos.

En el expediente laboral (conservado en el Archivo Provincial de Burgos), figura que de 1929 a 1932 ejerció de suplente en diversas escuelas de Madrid, para pasar a Vilanova i La Geltrú (Barcelona) de interino en la Escuela Graduada de Niños. Es en esta escuela donde se formó el educador freinetista que será Antonio Benaiges.

En Vilanova bautizó a su clase Batec −‘latido’−, nombre que llevaba el grupo de maestros de Llérida en el que se plantearon introducir seriamente la técnica Freinet, al que pertenecía José de Tapia, que es quien primero practicó con la imprenta en Montolíu en 1932, y Patricio Redondo, entonces en Puigvert, que será director de la Escuela de Vilanova a partir de febrero de 1934. Es posible que escuchara al entusiasta Celestin Freinet en la escuela de verano barcelonesa de 1933 y casi seguro que asistiera al I Congreso de la técnica en Llérida en julio de 1934 y que también lo hiciera al de Montpellier en el mismo verano.

Patricio Redondo Moreno, Paco Itir (1889-1969), a pesar de los escasos meses en que coincidieron en 1934, devino en una persona fundamental para Antonio. Anarquista conocido, había estado preso por la intentona revolucionaria de Jaca y era firme defensor de la colaboración en el aula, de la “escuela cara a la vida”, en la que las criaturas fueran creadoras y formadoras espontáneas libres de su cultura y su educación, bajo el acompañamiento del pedagogo artista con sólida base científica. Algo que proporcionaba la técnica del educador francés (que lo acogerá en su casa en el exilio de 1939). Los dos maestros, imbuidos además de ideales de transformación social, establecieron una relación profunda de amistad. Relacionados con la correspondencia a partir del otoño de 1934, estarán unidos a través de la Cooperativa Española de la Técnica Freinet (creada el curso anterior) y de su revista, Cooperación (creada en 1935), aunque no pudieron verse en el Congreso de Huesca de julio de 1935 por haber sido encarcelado Patricio.

Maestro en Bañuelos

Bañuelos era un pueblo de poco más de 200 habitantes, sin electricidad ni agua corriente, apenas sin caminos; con nevadas que lo incomunicaban durante más de una semana. Después de vivir unos meses en la posada de la señora Rosa, se acomodó en el edificio de la escuela en la primavera de 1935, un inmueble sólido, que desalojó de las caballerías que hacían de la parte de abajo una cuadra. Contrató a César Ojeda, un chico avispado de la cercana Briviesca, que le ayudaba en la escuela y le resolvía las tareas domésticas. Antes, en diciembre de 1934, viajó a Zaragoza en unión de otras maestras y maestros de la comarca de Miranda de Ebro con el propósito de observar el funcionamiento de los grupos escolares de la capital maña; entre quienes iban estaban Pilar Arciniega y Alfredo Moneo, con quienes estableció relación.

En el primer curso, el de 1934-1935, pagada de su bolsillo adquirió una prensa, tipos y material de lo que distribuía la Cooperativa, que pusieron a funcionar en enero de 1935, la cual se nutría de textos infantiles. Hasta junio imprimieron tres números de la revista trimestral Gestos. Recibían publicaciones de otras escuelas y se carteaban con ellas, con lo que ampliaban sus conocimientos, cultivaban la colaboración y aprendían a leer. Como punto esencial tenían la elaboración del cuaderno de la vida, especie de diario en el que escribía cada criatura por turno. La novedad era evidente: cooperación en el aula, red de intercambios con otras escuelas y expresión libre que terminaba en la imprenta.

Se implicó en el pueblo. No pasó desapercibido que su relación con las criaturas fuera de cercanía, de que lo visitaran en horario extraescolar, y de que desterrara regla y castigos. Según era de esperar contó con la presión de una comunidad pequeña, en la que había gente que no compartía sus métodos, sobre todo al principio al ver que suprimía rutinas como la lectura obligatoria. Además, el método estaba en desarrollo y la Cooperativa no disponía todavía de material suficiente para enseñar todas las disciplinas, caso de las matemáticas.

No era asunto menor lo referido a los contenidos, en especial la orientación laica y sus opiniones políticas fuera del aula, hasta el punto de denunciarlo y de recibir la visita de la guardia civil en horas escolares. Por otro lado, se daba la renuencia de las familias a que las criaturas asistieran regularmente a la escuela, pues eran necesarias en las faenas domésticas y del campo, lo que hacía que su número oscilara de 15 a 30. Las dificultades culminaban con los apuros económicos, cuando se acababa su dinero; en primer lugar, para adquirir un elemento tan necesario como el carbón que calentara el local; después, para comprar los útiles que precisaban en el trabajo de impresión (tinta, papel especial, linóleo, etc.), lo que en parte se remedió con las 22 suscripciones que consiguieron a las publicaciones.

Montó la llamada Academia para jóvenes; a ella podían acudir  la juventud por las noches para tratar temas de actualidad, incluidos los de religión, momentos en que expresaba su ateísmo, que era lo que más soliviantaba a determinada gente del pueblo, en especial al cura, a cuyos sermones asistía a veces para rebatirlos después. Para completar la disponibilidad, con el gramófono de la escuela se organizaban bailes los domingos.

El maestro no tenía mesa −la había remodelado para poner las dos caja de tipos y la prensa−, pero leía a Cousinet, a María Sánchez-Arbós, a Decroly, a Ortega y Gasset, a Reclus, a Piaget, a Caparède, a Dotrens o Margairaz (pues también lo hacía en francés) y, por supuesto a H. Almendros (La imprenta en la escuela. La técnica Freinet, 1932). Era consciente de dónde estaba cada criatura.

Llegado el verano de 1935, asistió los días 20 y 21 de julio al II Congreso Nacional de la Técnica Freinet, celebrado en Huesca, donde expuso una amplia muestra de lo realizado en Bañuelos. Después fue a Mont-roig y se instaló en la casa de Les Pobles, desde donde la familia se acercaba a la playa. Ya no volverían a verlo.

Abierto el concurso nacional de traslados para 1935-1936, pudo optar a mejorar plaza, pero decidió permanecer en este pueblo en el que había comenzado a crear una luz, que con el tiempo −esperaba− podría llegar a ser foco de una parte de la humanidad. Y, en cierto modo, ya lo era, pues educadores de la provincia, tal Alfredo Moneo, activo en Santamaría Rivarredonda, se unió al método, y Pilar Arciniega, en Miranda, era suscriptora, y Pastor, de una graduada, se interesó en su marcha; igualmente, alumnos de otras poblaciones, así Enrique Alonso desde Pancorbo, enviaban sus textos para incluirlos en los cuadernos. Además parece que había otra razón poderosa para no irse: se había enamorado −“amo intensamente a la mujer libre”.

La experiencia de la imprenta resultó tan positiva que en el curso 1935-1936 adquirió el modelo maternal (de 5 a 8 años), con tipos de mayor tamaño, lo que les permitió diversificar las publicaciones e iniciar una revista de parvulario, de nombre Recreo −de la que se imprimían 50 ejemplares−. A ello se añadieron cuatro publicaciones especiales en 1936, cuadernos exentos, de los que tiraban 100 ejemplares: El mar (al que el maestro les había prometido llevar ese verano), en enero; El retratista (con una fotografía de grupo en la puerta de la escuela en la cubierta), en abril; Sueños, en abril; y Folclore burgalés (el más extenso), ya en julio.

Benaiges comunicador

En 1936 cree que es tiempo de difundir. En Colaboración, revista de ka Cooperativa Española de la Técnica Freinet, daba cuenta de algunos de sus artículos, hoy inencontrables, tal “La Técnica Freinet”; en Boletín de Educación de la provincia de Burgos (número 6, febrero de 1936), tras el que recibe cartas interesándose por sus prácticas; igualmente, el semanario Cultura, portavoz del Magisterio burgalés, alaba el hacer de esta escuela desde su inicio y va anunciando los cuadernos y revistas (según recoge el número 89, 25 de abril de 1936). Y saldrá de Burgos para publicar “Del hacer en la escuela” en la madrileña revista Escuelas de España, cuyo último número ‒31, en julio‒ le publica “Los niños ante Platero. Rapsodia”, un impresionante testimonio de la lectura en una escuela rural.

Especial relación guardaba Antonio Benaiges con Briviesca, cercana población de 3700 habitantes, cabecera de comarca, con estación de ferrocarril, cárcel, etc. Allí se construyó estos años un grupo escolar bajo iniciativa del alcalde e industrial Juan Abascal (suscriptor de las revistas de Bañuelos). Benaiges y su ayudante viajan a la villa bastantes fines de semana, en los que el maestro se relaciona con militantes socialistas, caso de Rafael Martínez, y se integra en el ambiente social, como prueba el que pronunciara (puede que en verso) el mitin del 1 de Mayo de 1936 desde el balcón del ayuntamiento. Igualmente, desde diciembre de 1935, escribe asiduamente en el periódico local La Voz de la Bureba, varias de cuyas colaboraciones son poemas.

Maestro asesinado

Es precisamente en esta población en donde es detenido y encarcelado el 19 de julio de 1936 en la Casa del Pueblo (inaugurada dos meses antes). Se cree que en Burgos tenía ese día programada una conferencia. Según testimonios, se le torturó y fue paseado semidesnudo en coche descapotado por las calles. Aunque se ha dicho que el día 25 es conducido, con otros, y fusilado en el paraje  cercano de La Pedraja en Villafranca Montes de Oca (en cuyas exhumaciones no se ha dado con su esqueleto, debido al deterioro que provoca el terreno y al elevado número de restos), según recientes datos facilitados por José Antonio Abella, parece que fue fusilado el mismo día 19 de julio en Briviesca. La familia se enteró en noviembre. Casi tres años después, en mayo de 1939, se le comunicaba (en carta al Ayuntamiento de Bañuelos) que se le había separado del servicio y causaba baja en el escalafón, y meses después, el 19 de diciembre de 1939, la Comisión Depuradora del Magisterio resolvió dicha medida ‒«el Alcalde, Cura Párroco y Vecinos dicen que la conducta de este maestro era antipatriótica, antisocial y mal vista por todo el mundo»‒. Todavía en 1943, en junio, la administración de Primera Enseñanza de Burgos anunció en la prensa local que en sus oficinas se encontraba su título de ascenso por si él mismo o algún familiar desearan acercarse a recogerlo.

Ello le convirtió en el primer maestro freinetista fusilado, razón por la que su amigo Patricio Redondo inició la práctica de incluir su nombre (junto al de Freinet y el de Tapia) en la cubierta de los cuadernos que se imprimen en las escuelas de México desde 1942.


(Versión reducida del cuadernillo Antonio Benaiges de Ignacio C. Soriano Jiménez editado por la Asociación Escuela Benaiges).

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